Texto de artista
STATEMENTDeclaración de artista. 2024
Florencia crea fotografías, objetos e instalaciones que integran situaciones naturales con elementos que ella misma construye. A través de los escenarios que propone, guiada por una búsqueda filosófica, invita al espectador a la reflexión, abriendo posibilidades para replantear nuestra percepción y cuestionarse qué es lo ‘real’: lo que otro me muestra, lo que el sistema intenta imponer, o lo auténtico, aquello que atraviesa el cuerpo. A través de la unión de lo natural y lo artificial, sus obras funcionan como metáforas visuales. Observa el mundo humano y natural, lo cuestiona a través del arte, con una mirada desde el afecto como acto de resistencia.
Crea objetos a partir de maderas recuperadas o elementos industriales, los fotografía y luego transforma esas imágenes mediante un proceso híbrido manual-digital, convirtiendo los montajes en composiciones inéditas. Reproduce espacios naturales y los interviene digitalmente con elementos construidos por ella de forma real o digital; utiliza habitaciones blancas como marco visual para recortar una idea y también trabajar las ideas de encierro y control. En su obra, los elementos se transforman, las sombras no responden a la luz real y emerge algo entre lo que es y lo que se percibe, insinuando más allá de la representación concreta. Los cielos grises y nubosos que incorpora son cielos de introspección, de incertidumbre, en un estado de suspensión. En sus objetos e instalaciones convierte la tierra en un soporte de la palabra, en una tecla de computadora para hablar del control, en un sostén inerte de la posibilidad de la vida. Su obra invita a acercarse, a encontrarse con un lenguaje visual cercano, donde su propia mirada del mundo intenta provocar a la mirada del otro.
Florencia desarrolla su obra artística desde un enfoque marcado por cuestionamientos sociológicos y filosóficos. Su creación de fotomontajes, poemas y objetos surge de una necesidad de confrontar esa incomodidad interna frente a los modos de vida contemporáneos, nuestras relaciones con el sistema en el que estamos inmersos y las consecuencias de nuestras decisiones, encapsulando así la complejidad de la experiencia humana. Su proceso creativo está intrínsecamente ligado a la reflexión sobre la realidad y a sus lecturas filosóficas, en un intento de encontrar respuestas —o nuevas preguntas— a través de la materialización de una fotografía, un objeto, un poema o una instalación.
Estas imágenes actúan como metáforas visuales que esconden y revelan detalles, poniendo en duda tanto lo visible como lo que creemos entender de la realidad.
Texto curatorial
DESEOS IMPORTADOSMuestra grupal, Pasaje 17, Buenos Aires. Noviembre 2012
…”Las piezas de Florencia Temperley aluden, desde distintos lenguajes y tonalidades, a puntos de contacto imaginarios entre nuestros cuerpos y los elementos vivos de la naturaleza. Por un lado, el ofrecimiento de productos parece irónico: ¿no sería “asqueroso” un pastel de hierbas, un perfume de peces? Por otro lado, impulsa también a un pensamiento utópico, a un mundo de relaciones donde el ser humano sea parte, y no sólo centro, de un nuevo ecosistema poético.”…
Valeria González
Texto curatorial
ESPACIOSMuestra individual, Festival de la Luz (Galería Aldo de Sousa), Buenos Aires Julio 2010
En el panorama del arte actual, es común encontrarse con artistas jóvenes y otros que no lo son tanto, quienes al percibir que la imagen encontrada les reporta alguna respuesta desde la institución artística, (ventas, premios, notas, publicaciones, etc) empiezan a repetirla hasta convertirla en un clisé aburrido y previsible. Florencia Temperley parece ir a contramano y prefiere arriesgar en busca de otros caminos. Por eso en estas nuevas fotografías aquella objetivación del mundo que surgía del diálogo entre la niñez y el juego, dio paso a una nueva manera de mirar ese mundo, ahora totalmente despojado, “carente de puertas y ventanas, sometido al rigor del aislamiento y el silencio”(1). Pero en el arte no hay cortes, sino continuidades o reorganizaciones, por eso aunque a primera vista pareciera no haber ningún tipo de lazo con lo anterior y la sensación frente a los trabajos es desconcertante ,- ya que nada es como era, y el espacio que alojaba fantasías infantiles ahora despoblado esta mas aséptico que nunca- sin embargo, si la mirada lentamente logra entrar en esa dimensión fractal de los objetos, y ese recurso iterativo del fragmento, que la autora utiliza para convertir aquel espacio en esta cuasi abstracción blanca y minimal, verá en alguna de las múltiples ventanas una cabecita , verá algún animalito transgénico cruzar alguna pared y hasta un ciervo de cartapesta custodiar la sala de exposición. Alguna vez le preguntaron a Florencia cómo había empezado todo, con un juego -dijo ella-. Y siguió armando casitas con el rasti.
Eduardo Médici
Texto curatorial
JUEGO SUSPENDIDOMuestra individual, Galería Pasaje 17, Buenos Aires. Marzo 2008
Todo juego, cuando realmente lo es, reclama para sus protagonistas cierta dosis de autismo, de rechazo hacia las miradas ajenas. Los chicos y también los artistas ( al menos aquellos que no se han sobre adaptado en exceso ), prescinden en sus prácticas de la presencia del observador; prefieren ser un jugador más. No hay inocencia en esta demanda: si el que mira de afuera no juega, definitivamente es el espectador distante que en última instancia corrobora la jerarquía de un mundo hecho a la medida de los adultos vigilantes y los niños vigilados. Juegos y artes requieren algunas complicidades.
Florencia Temperley, en un deliberado tono hospitalario (en su sentido más desangelado), alberga en asépticos espacios a esos “nenes” y nenas” dibujados apenas con una línea sutil de tinta o borroneados con carbonilla. Los soportes expresivos, ploteos, fotografías , provenientes del repertorio del diseño y la publicidad, y graffitis, del arte urbano , refuerzan ese carácter distanciado y melancólico con el cual compromete nuestro rol de observadores.
Porque las “criaturas”de Florencia suspenden sus juegos y nos miran. Juegan a no jugar y al cambiar su estatuto son ellos quienes nos someten al más intenso de los cuestionamientos, a la más profunda de las demandas. Hasta sus juguetes parecieran haber sufrido una extraña mutación: la ternura del osito de peluche en violencia de viruta de acero, el color de los globos en luto negro, la hamaca en pura ortopedia …Hay algo brutal que no concuerda en la diversión forzada de la nariz roja y el perfil de la “vuelta al mundo” con la mirada de esa chica disfrazada de pequeña payasa .Su ámbito ya no es el de una salita rosa, celeste o amarilla sino ese cuarto despojado, carente de puertas y ventanas, sometido al rigor del aislamiento y el silencio…
El árbol blanco (¿del conocimiento? ) que sirve de introducción y epílogo a la muestra-instalación , articulado paródicamente como un artefacto mecánico y acompañado por feroces perros guardianes quizás no remita al mítico jardín del Edén, al Paraíso Perdido de la infancia, sino a esa otra promesa de felicidad futura que estos chicos ven en los raros juegos de los grandes.
Héctor Médici